LA RAZA OLVIDADA

LA BORRADURA CULTURAL DEL TRICENTENARIO

LA URGENCIA A DECOLONIZAR LA ACADEMIA Y OTRAS INSTITUCIONES

Este año marca el tricentenario de Nueva Orleans—una ciudad que ha renacido cientos de veces por guerra, desastres, religión, música y varias otras ocurrencias. La mayoria de cobertura de nuestro aniversario subraya el aguante de nuestra gente; la cultura y logros históricos que nos proporcionan con tanta “diversidad.” Aunque pocos publicaciones cubren porque somos tan diversos, y cual herencias y comunidades nos han traído.

El “Louisiana Endowment for the Humanities” ha publicado un libro que cuesta $60, que aparentemente cubre 300 años de la historia de Nueva Orleans llamada Nueva Orleans y El Mundo: 1718-2018 Tricentenario Antología. De todos los ensayos que cubren la cultura y las personas que definieron y redefinieron Nueva Orleans, la única sección de Latinos es un desolado pagina se llama “Chiquito Honduras” que discute brevemente la población hondureña aquí y su comida. No solo es una vergüenza para nuestra población Latino, sino que también es solo un fragmento de la contribución de muchos Hondureños a esta ciudad. También, se reduce los latinos a un país, que personas hacen a base diaria. La gente ignorantemente piensa en cualquiera que hable español es mexicano. Yo recuerdo haber crecido, mis compañeros de clase suponían que mi familia era solo de México y cualquier persona que escuche español es descaradamente apodado Mexicano. Es el mismo escenario aquí, al parecer, las únicas contribuciones provienen de Honduras, ya que es el único país de América Latina reconocido como contribuyente a los 300 años de la historia de Nueva Orleans.

Como José Torres-Tama, el creador de Teatros Sin Fronteras, claramente lo explica: “Hay un tragico, pero sistemático borradura cultural de los inmigrantes Latinos en las celebraciones del Tricentenario—donde los Latinos se han vuelto invisibles en las narrativas oficiales del programa mientras que mi gente inmigrante ha contribuido al renacimiento y la reconstrucción de Nueva Orleans después Huracán Katrina.”

La gente de origen Hispano ha contribuido al desarrollo de Nueva Orleans durante siglos. Comenzó con ocupación colonial de España y más tarde los trabajadores esclavizados del Caribe. Hasta el siglo XX estaba rebosante de comercio a través de la explotación Latinoamericana. Nueva Orleans está verdaderamente construida sobre la mente y las manos de la gente Africano y Latino. El río Mississippi y el Golfo de México han hecho a Nueva Orleans una entrada muy accesible y realizable. Las acessibilidades, comercios, la conflictividad política en los países de origen y las prácticas culturales han hecho a Nueva Orleans a un candidato principal para la migración en el siglo pasado.

PUERTO Y POLÍTICA

Al estar en el golfo y una ciudad portuaria, Nueva Orleans ha sido una ruta prometedora para los latinoamericanos desde el siglo XIX. Comenzó con el comercio de azúcar de Cuba y Haití, y luego el comercio de frutas dentro de Honduras y Guatemala, las interacciones entre Nueva Orleans y América Latina han madurado con el tiempo.

En 1853, política oaxaqueño (y más tarde el presidente) Benito Juárez escapo conflicto en Mexico y busco el exilio en Nueva Orleans. Trabajaba en una fábrica de cigarros en el Barrio Francés mientras conspiraba con otros expatriados y nacionalistas Mexicanos para desarrollar formas a parar la intervención extranjera en México. Regresó a México después viviendo donde fomenta la reforma liberal y la protección contra las fuerzas colonizadoras. Se convirtió en presidente de México poco después, en 1861.

Mi bisabuelo, Julio César Solís, un escritor político y profesor de idiomas en Nicaragua, se fue el país por razones similares a las que dejó Juárez en su país. La persecución política ha sido un tema común en Latin America que ha obligado a los ciudadanos al exilio. Julio llegó a Nueva Orleans después de hablar en contra del entonces presidente Anastasio Somoza García. Mi abuela y mi bisabuela se unieron a él para comenzar una nueva vida en Nueva Orleans, donde abrieron su casa de la zona residencial en la calle General Pershing como una pensión. Mi bisabuelo daba clases de idiomas y mi bisabuela cocinaba y era una costurera para los ricos de Uptown.

LA CONEXIÓN DE LA FRUTA

A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, las empresas norteamericanas Standard Fruit Co. (actualmente conocida como Dole) y la empresa United Fruit construyeron imperios mediante la importación de frutas, principalmente platanos, desde países de Latinoamérica hasta el puerto de Nueva Orleans. Honduras, Cuba, Guatemala, Panamá, Nicaragua y Costa Rica se provinieron en conexiones principales con Nueva Orleans, donde el negocio estaba floreciendo a través de los envíos de la fruta.

Standard Fruit Co. finalmente incorporó un servicio de barco a su negocio, que proporcionó transporte para personas de La Habana, La Ceiba y Nueva Orleans. Estos buques, junto con la educación católica, las oportunidades de trabajo y el escape general de los conflictos políticos, dieron un futuro prometedor para muchos Centroamericanos. Esta ruta de fácil acceso dio una entrada física para que los Centroamericanos migren a Nueva Orleans.

PARALELOS DE LATINOAMÉRICA Y NUEVA ORLEANS

Nueva Orleans fue el lugar principal para las familias que contemplaban a emigrar a los EE.UU. Muchos enviaron a sus hijos a internados que brindaban educación católica, y luego se unieron a ellos. El clima tropical, similar a muchos países de Latinoamérica, también pudiera haber sido más reconfortante para ellos que los duros inviernos de Nueva York o Chicago. Junto con la religión y el clima, muchos centroamericanos pudieron celebrar de tal manera que fueron paralelos a las prácticas de sus propios países. Mardi Gras, al ser una versión amplificada de los muchos desfiles y celebraciones de los países latinos, le dio a la comunidad un sentido de familiaridad como una vez me contó mi abuela. Purísimas, una celebración nicaragüense de la Virgen María durante diciembre, es algo que recuerdo haber hecho desde que era una niña. Al igual que Mardi Gras, las Purísimas están profundamente enraizadas en el catolicismo y los anfitriones recompensan a los celebrantes con regalos.

RECONSTRUCCIÓN Y HOY

Aunque nuestra comunidad es pequeña, los latinos constituyen una parte grande de por qué seguimos siendo una ciudad en funcionamiento hasta el día de hoy. Después del huracán Katrina, miles de inmigrantes vinieron aquí para ayudar a reconstruir Nueva Orleans, muchos de ellos atraídos por promesas de gran paga y trabajo abundante. Sin embargo, a menudo fueron mal pagados—o no pagados—por su trabajo en construcción y limpieza durante la reconstrucción de la ciudad. La demanda de trabajadores era tan grande, que el entonces presidente Bush suspendió las regulaciones de inmigración que permitían trabajadores indocumentados ser contratados sin los trámites necesarios. Estos hombres y mujeres a menudo ocuparon algunos de los trabajos más horrendos, como excavando hospitales llenos de cuerpos podridos y asbesto, o limpiando cafeterías escolares llena de comida podrida.

Yo creo que las deportaciones, la academia encalada y la falta de centros comunitarios podrían mencionarse como algunas de las razones del borrado cultural. Pero con una ciudad tan pequeña y una población latina siempre creciendo, nuestra historia nunca se borrará.

Está en los paneles de yeso de la escopeta que se están renovando en la calle. Está encajado en una iglesia católica en la parte alta de la ciudad. Está en el aire de la Pupuseria bajo el paso elevado de Claiborne. Está en La Pulga allá en Algiers al lado de las plantas de Aloe. Está dentro nuestras palabras, nuestros recuerdos, nuestras fotografías. Algún día también estará en los libros de texto.

Teatro Sin Fronteras  elaborará sobre las temas que afectan nuestra ciudad durante dos días de actuaciones con un miembro recientemente incorporado,  Cristina Maria Blanco—una sirena Puertorriqueña / Cubana.

Teatro Sin Fronteras—con nueva miembra Cristina Maria Blanco, una sirena puertorriqueña/cubana—elaborará en estos problemas durante dos días de actuaciones en el Museo de Arte de Nueva Orleans el 6 de Abril y el 8 de Abril. Miembros del Congreso de Jornaleros tendrán entradas libres. Para mas informacion, busque a torrestama.com.


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CULTURAL ERASURE IN THE TRICENTENNIAL  

THE URGENCY TO DECOLONIZE ACADEMIA & OTHER INSTITUTIONS  

This year marks the 300th anniversary of New Orleans, a city that has been reborn hundreds of times through war, natural disaster, religion, music, trade, and various occurrences. Most coverage of our anniversary highlights the resilience of our people, the culture, and historical accomplishments that provide us with such rich “diversity,” though few publications cover why we are so diverse—which heritages and communities have brought us this diversity.

The Louisiana Endowment for the Humanities has published a book that you can buy for $60, which apparently covers 300 years of New Orleans History called New Orleans & The World: 1718-2018 Tricentennial Anthology. Throughout all of the essays that cover the culture and people who defined and redefined New Orleans, the only section on Latinos is an unpromising one-pager called “Little Honduras” which briefly discusses the Honduran population here and their food. Not only is this a disgrace to our Latino population, but it is also only a fragment of what many Hondurans have contributed to this city. It also reduces Latinxs to just one country, which people blindly do on a daily basis. People ignorantly think anyone who speaks Spanish is Mexican. I remember growing up, my classmates assumed my family was just Mexican, and anyone overhearing Spanish is blatantly referred to as Mexican. It is the same scenario here: apparently the only contributions come from Honduras, as it is the only Latin American country recognized as contributing to the 300 year span of New Orleans history.

As Jose Torres-Tama, creator of Teatro Sin Fronteras, explains, there is a “tragic, but systematic cultural erasure of Latino immigrants in the Tricentennial celebrations—where they have become invisible in the official program narratives while my immigrant people have contributed to the rebirth and reconstruction of New Orleans post-Katrina.”

People of Hispanic origin have contributed to the development of New Orleans for centuries— starting with its colonial occupation by Spain, and later the enslaved workers from Caribbean islands, to the 20th century bursting with trade and commerce through Latin American exploitation. New Orleans is truly built upon the minds and hands of African and Latin American people. The Mississippi River and the Gulf of Mexico have both made New Orleans a profitable and reachable gateway. Accessibility, trade, political unrest in countries of origin, and cultural practices have made New Orleans a prime candidate of migration in the past century.

PORT AND POLITICS

Being on the Gulf, and a port city, New Orleans has been a promising route for Latin Americans since the 1800s. Beginning with sugar commerce through Cuba and Haiti, and later fruit trade within Honduras and Guatemala, interactions between New Orleans and Latin America have ripened with time.

In 1853, Oaxacan politician (and later President) Benito Juárez escaped conflict in Mexico and sought exile in New Orleans. He worked in a cigar factory in the French Quarter while he conspired with other Mexican expatriates and nationalists to develop ways to stop foreign intervention in Mexico. He returned to Mexico after living in New Orleans and plotting for years, where he fostered liberal reform and protection against colonizing forces. He became president of Mexico shortly after, in 1861.

My great-grandfather Julio César Solis, a political writer and language professor in Nicaragua, left for similar reasons as Juárez. Political persecution has been a common theme in Latin America, which has forced citizens into exile. Julio came to New Orleans after speaking out against then President Anastasio Somoza García. My grandmother and great-grandmother joined him to start a new life in New Orleans, where they opened their uptown home on General Pershing as a boarding house. My great grandfather taught language classes and my great-grandmother cooked and was a seamstress for wealthy Uptown clientele.

THE FRUIT CONNECTION

In the late 1800s and early 1900s, American-owned companies Standard Fruit Co. (currently known as Dole) and United Fruit Company built empires by importing fruit—primarily bananas—from countries in Latin America to the port of New Orleans. Honduras, Cuba, Guatemala, Panamá, Nicaragua, and Costa Rica became primary connections to New Orleans, where business was flourishing through shipments of the fruit. Standard Fruit Co. eventually incorporated a steamship service into its business, which provided transportation for people through Havana, La Ceiba, and New Orleans. These vessels, along with the Catholic education, job opportunities, and general escape of political conflicts, gave a promising future for many Central Americans. This readily accessible route gave a physical entrance for Central Americans to migrate to New Orleans.

PARALLELS OF LATIN AMERICA AND NEW ORLEANS

New Orleans was a principal location for the families contemplating migrating to the United States. Many sent their children to boarding schools that provided Catholic education, and later joined them. The tropical weather, similar to many Latin American countries, also could have felt more comforting to them than the harsh winters of New York or Chicago. Along with religion and weather, many Central Americans were able to celebrate in such ways that paralleled their own countries’ practices. Mardi Gras, being an amplified version of the many parades and celebrations of Latin countries, gave the community a sense of familiarity, as my grandmother once told me. Purisimas, a Nicaraguan celebration of the Virgin Mary during December, is something I remember going to since I was a young child. Like Mardi Gras, Purisimas are deeply rooted in Catholicism and the hosts reward the celebrants with gifts.

RECONSTRUCTION AND PRESENT DAY

After Hurricane Katrina, thousands of immigrants came in waves to help rebuild New Orleans; many of them were lured by promises of great pay and abundant work. However, they were often underpaid—or unpaid—for work in construction and cleaning during the city’s reconstruction. The demand for workers was so great that then-President Bush suspended the immigration regulations that allowed undocumented workers to be hired without the necessary paperwork. These men and women often dealt with some of the most horrendous jobs, like excavating hospitals filled with rotting bodies and asbestos, or cleaning school cafeterias full of rotten food. I believe I.C.E. deportations, white-washed academia, and a lack of community centers could be named as a few reasons for the cultural erasure. But with a city so small, and a Latino population ever-growing, our history will never be erased.

It is in the drywall of the shotgun being renovated down the street. It is wedged in a Catholic church uptown. It is in the air of the pupuseria under the Claiborne overpass. It is in the Algiers Flea Market next to the aloe plants. It is in our words, our memories, our photographs. One day it will be in textbooks too.

Teatro Sin Fronteras—with newly inducted member Cristina Maria Blanco, a Puerto Rican/Cuban siren—will elaborate on these issues during two days of performances at the New Orleans Museum of Art on April 6 and April 8. Cardholding members of Congreso De Jornaleros will have free entry. For more info, check out torrestama.com.


GABBY GARCIA-STEIB | gvsteib@gmail.com

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